Después de haber investigado, de haber leído mucho y de haber platicado con algunas personas educadoras en casa, finalmente estás completamente convencida y tomas la decisión de no volver a mandar a tu hijo a la escuela.

¿Y ahora?… ¿qué sigue?

Seguro te sientes llena de preguntas que te agobian, como: ¿Qué materiales debo comprar?, ¿qué plan de estudios debo seguir?, ¿qué horario debo establecer?, ¿cuánto tiempo diario debemos dedicarle al estudio?, ¿cómo voy registrando nuestros avances?, ¿cómo me organizo con la limpieza de la casa?, etcétera, etcétera, etcétera.

No te afanes por traerte la escuela a la casa.

El primer impulso que tenemos cuando finalmente nos decidimos por esta modalidad, es imitar a la escuela. Queremos acomodar nuestra casa con mobiliario escolar, comprar libros, establecer horarios estrictos, ¡y hasta poner un asta en el patio y hacer honores a la bandera!
Ten en mente que el proceso de desescolarización llevará meses o hasta años. Pero, ¿cuál es la prisa? Un niño que aprende por motivación propia tiene una gran ventaja sobre un niño que es obligado a aprender; así que no te preocupes, porque si la motivación interna de tu hijo es fortalecida, el aspecto académico es lo de menos.

Busca una rutina en vez de un horario rígido

En mi experiencia, yo he comprobado una y otra vez, que los horarios rígidos traen más limitación que dirección. Después de un tiempo, te sientes como esclava del horario y sacrificas la relación con los niños (que es lo más importante), por apegarte a la agenda, lo cual no tiene sentido. Dedícate a disfrutar de la vida junto con tus hijos, y poco a poco, las necesidades de cada miembro y los ritmos naturales de las actividades familiares te irán dando la pauta para seguir una rutina que te brinde tanto estabilidad como libertad.

Orienta todos tus esfuerzos a establecer una fuerte conexión con tus hijos, por encima de cualquier objetivo – hasta el académico

Antes de comenzar a construir algo, necesitas reforzar los cimientos. Sin una base fuerte, tarde o temprano caerá lo que se construya encima. La conexión es la base de este nuevo estilo de vida. Sin conexión no tienes nada, y con conexión lo tienes todo. Cuando pones la educación de tus hijos como tu objetivo prioritario, es necesario sacrificar muchas cosas para poder obtenerlo. En cambio, cuando tu objetivo principal es conectarte con ellos, la educación viene naturalmente, como uno de tantos beneficios lógicos de vivir en conexión.

Dentro de este período de desescolarización en el que tu prioridad es el conectarte profundamente con tus hijos, puedes pensar en tres objetivos básicos:

Establecer una comunicación efectiva. Es probable que debido al distanciamiento que provoca la escolaridad, la comunicación haya sufrido algún deterioro. Ahora es el tiempo perfecto para restaurarla y fortalecerla cada día más.

Fortalecer las relaciones familiares. Pasar todo el día con la familia es un buen ejercicio para reforzar las relaciones entre padres e hijos y entre hermanos. Asegúrate de que todas las actividades que realicen de hoy en adelante tengan como misión el acercarse unos a otros, trabajar en equipo, complementarse, amarse.

Comenzar a descubrir las habilidades de tus hijos. Ya que a partir de ahora van a pasar tanto tiempo juntos, tendrás muchas oportunidades para observar con mayor detenimiento cuáles son los intereses de tus hijos. Todo lo que les apasiona, lo que los motiva, lo que desean hacer son pistas claras de sus fortalezas y habilidades natas. Éstas te irán marcando el camino que deberás seguir en esta nueva aventura de aprender supraescolarmente.

Sigue investigando

Durante este tiempo de tranquilidad y libertad, dedica un tiempo para explorar alternativas, para leer, para conocer a otras familias que hacen lo mismo. No te agobies comparándote con lo que han logrado otros. Recuerda que cada familia es única y no vas a encontrar dos familias que trabajen exactamente igual. Después de haber pasado un tiempo simplemente acoplándose, conociéndose y disfrutando de la vida juntos, entonces, junto con tu pareja, tomen una decisión en cuanto al enfoque educativo que ustedes adoptarán en su familia.
A algunas familias les funciona mejor llevar un plan de estudios, a otras les funciona mejor trabajar por objetivos o por proyectos; y otras prefieren seguir los intereses de sus hijos como su guía; y a lo largo de toda su jornada educativa, una familia puede cambiar de enfoque y de métodos muchas veces.

Cualquiera que sea tu decisión, asegúrate de tomarla de acuerdo a los ideales que tú y tu pareja han decidido seguir para su familia. Y una vez que estén bien seguros del

rumbo que seguirán, respiren hondo y ¡emprendan la nueva jornada con valor y determinación!

(Extraído del blog Aprendizaje Supraescolar – Priss Gonzalez)