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El temido examen.

Recuerdo de niña estar estudiando para un examen, llegar al aula con la panza revuelta de los nervios, sentarme en el banco y esperar la orden «saquen una hoja». La maestra indicando «tema uno, tema dos»… Pero espérate, ahora que recuerdo, ¡la de sexto era peor! Se atrevía a preparar 4 temas diferentes, para que nadie pueda copiarse.
Luego te dictaba las preguntas, y mientras escribías las de tu tema, te dabas cuenta que te sabías todas las respuestas… ¡pero del tema que no te había tocado!

También recuerdo la sensación, semanas después, de no recordar mucho de lo que había estudiado.

 

¿Para qué sirve un examen?

Un examen sirve para que alguien más hurgue en tu bagaje de conocimientos y determine cuánto sabes. Claro, esto es absolutamente irreal, ya que cualquier persona (niño o adulto) sabe mucho más de lo que señala un examen. Porque hay un elemento arbitrario (acerca de qué se te pregunta) y otro limitante (no se puede medir tu conocimiento en 10 o 15 preguntas, porque obviamente sabes mucho más que eso).

Pero bueno, entiendo que en clases con 30 o 40 alumnos, es imposible para el maestro hacerse una idea de cuánto sabe cada alumno, y al tener la presión de presentar calificaciones al director, debe recurrir al temido «saquen una hoja».

Cuando educamos en casa, la educación que brindamos es tan personalizada que no tenemos la necesidad de estar evaluando mediante un examen lo que saben o no saben nuestros hijos. Basta prestar atención cuando trabajan para darnos cuenta en qué circunstancias aún no tienen las herramientas como para resolver una situación específica.

 

Usando lo aprendido para la resolución de problemas

Desde mi punto de vista, un aprendizaje con significado consiste en saber utilizar lo aprendido para la resolución concreta de problemas concretos. Para ello debo asegurarme de que las herramientas que adquirieron mis hijas (conocimientos, habilidades) hayan sido asimiladas e internalizadas (no como cuando estudiabas para los exámenes y a las semanas no recordabas nada; esto sucedía porque esos conocimientos no fueron internalizados y por lo tanto no se fijaron en la memoria a largo plazo).

¿Cómo saber si los temas o habilidades que hemos trabajado con nuestros hijos han quedado internalizados?

Pensando en esto, quiero proponerte una estrategia para poner a prueba algunas habilidades de tus hijos, y a la vez ofrecerles pasar un rato divertidísimo: LA BÚSQUEDA DEL TESORO.

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El juego de la Búsqueda del tesoro: una alternativa al examen tradicional

Me gusta hacer este juego con mis hijas porque es un simulador perfecto de lo que sucede en la vida real: uno va utilizando todos sus saberes y habilidades para resolver las situaciones que la vida nos presenta, y así nos vamos abriendo camino hacia nuestras metas, sueños, objetivos.

El juego consiste en preparar una serie de pistas, que lleven a tus hijos hacia el tesoro (éste puede ser lo que quieras: unas entradas para el cine, un pastel, unos juguetitos… lo que se te ocurra que pueda gustarles).

En esas pistas, utilizarás acertijos, preguntas o elementos que puedan resolverse utilizando saberes adquiridos en el último año, herramientas y destrezas que tus hijos poseen de manera natural, deducción, etc. La idea es que la pista no sea una cuenta de dividir, tipo examen, sino una pregunta dentro del contexto del juego que tal vez necesite para su resolución una cuenta, una búsqueda alfabética, una definición, un conocimiento de botánica o de geografía, una búsqueda en Google, nociones de ubicación espacial dentro de un mapa, lógica…. ¡lo que se te ocurra!

Cada pista los llevará a otra, y cada vez estarán más cerca de encontrar el tesoro.

El nivel de dificultad del juego y la cantidad de pistas dependerá de la edad de los niños.

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Algunos ejemplos de pistas:

* dibujar un croquis de la casa pero que le falte una parte y colocar una cruz en el lugar donde está la siguiente pista (yo suelo quemar los bordes de las pistas con fuego para simular que es una hoja vieja, y me gusta quemar parte de la «pista» para agregar dificultad) 

* escribir en una hoja «La siguiente pista está en la página 37×5 del libro LE SLÑNI DL ENS POREENS» (esto último escrito en clave que explico en la hoja)

* usar una adivinanza para deducir dónde está la siguiente pista

* describir un accidente geográfico para que busquen en los libros de geografía la página donde se habla de él

* escribir una palabra para que la busquen en el diccionario, y en esa hoja esté la siguiente pista

* describir las características de alguna planta de las que hay en el jardín, y detrás de ella esconder la siguiente pista

* que en la pista las palabras estén desordenadas

* colocar operaciones matemáticas que me den la pista de números que constituyan una clave de un documento de word de la compu, y al abrirlo se lea la siguiente pista

* buscar los verbos dentro de un texto, contarlos, y que ese número sea una clave para la siguiente pista

* utilizar etiquetas de alimentos para hacer preguntas sobre el porcentaje de azúcares, grasas etc. Que esas números obtenidos sean la referencia para buscar una página de un libro, una clave de un archivo, etc, donde se encuentre la siguiente pista.

* descubrir alguna señal que pusimos anteriormente en algún cuarto de la casa, y en dicha señal que esté la siguiente pista

* resolver cuestiones matemáticas para obtener diferentes números que, reunidos, den el nro de teléfono de algún amigo o familiar, avisado previamente, que les de la siguiente pista por teléfono.

* etc.

Ojalá te animes y pruebes! Nada más, presta mucha atención a la hora de armar las pistas y esconderlas, porque si no siguen el orden propuesto, los chicos te perseguirán defraudados por toda la casa!!! =)

Luego me cuentas cómo te fue.

¡Hasta la próxima!