(imagen del post extraída de ronritual.tumblr.com)

 

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Quienes me siguen desde hace tiempo, saben de mi apasionado discurso resaltando la importancia de brindar ambientes de aprendizaje a los niños. De hecho hace dos años organicé una charla gratuita para hablar sobre este tema (si quieres ver el video con la charla completa, puedes hacer click aquí).

A lo largo de mis años como mamá que educa en casa, he podido reconocer y valorar los grandes beneficios de tener ambientes organizados para el desarrollo de mis hijas. Lejos de tener una estructura caprichosa o meramente estética, se trata de ambientes que muestran, que proponen por sí solos y que ofrecen múltiples oportunidades de aprendizaje.

Está genial ambientar diferentes espacios con elementos, recursos y materiales.

Está súper genial que todo esté a la vista y a disposición de los chicos.

Está terriblemente genial que nos ocupemos de que haya elementos de diferentes disciplinas: ciencias, artes, literatura, tecnología, geografía, historia, ecología, etc.

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Pero hay algo más.

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Resulta que durante estos años también aprendí que los ambientes de aprendizaje no funcionan a full por sí solos. Y cuando digo «a full» me refiero a exprimir todos los beneficios que los mismos nos proveen.

Hay un elemento que es complemento fundamental del ambiente del aprendizaje, y que es invisible a la vista.

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¿Sabes cuál es ese elemento? Nada más y nada menos que NUESTRA ACTITUD.

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Una buena actitud de nuestra parte provoca que los ambientes de aprendizaje realmente cumplan su función: Que se expriman todas las oportunidades. Que los chicos estén permeables al aprendizaje y avancen todo lo que deseen, en el área que deseen. Que en el proceso se sientan acompañados, escuchados, guiados, valorados.

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Características de una actitud adecuada:

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A continuación me gustaría enumerarte algunas de las características que considero que forman parte de una buena actitud a la hora de crear un ambiente óptimo de aprendizaje:

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  • Estar con los chicos, en cuerpo y mente: Esto significa que tu cabeza esté en el «aquí y ahora» mientras te hablan, te preguntan, te muestran algo o mientras trabajan. ¿Cuántas veces sucede que les respondemos en automático, sin siquiera verlos a los ojos? ¿O que necesitan algo de nosotros, y tienen que insistirnos muchas veces para que nos levantemos a buscarlo? Estar de verdad con ellos en tiempo presente es uno de los mayores retos para un papá o mamá (sea o no homeschooler), y uno de los regalos más valiosos que podemos darles.

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  • Interesarnos por sus aprendizajes, y facilitarles toda la información que necesiten en el momento que la necesitan: Muchas veces sucede que con el mismo automático les damos la actividad que toca, o nos desplazamos a nuestros ambientes de aprendizaje para que los chicos trabajen libremente, y por lo tanto cumplimos muy mal nuestro papel de «facilitadores» de aprendizajes. No se trata sólo de explicar una actividad sin más, o de estar con el celu mientras eligen algún material para trabajar. Acompáñalos. Guíalos. Pregúntales. Interésalos. Interésate por lo que están haciendo. Responde a sus dudas. 

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  • Escucharlos: Definitivamente no es igual que los chicos nos hayan llamado 5 veces para que vayamos a ver su obra de arte o su construcción con legos, y nosotros levantarnos cansinamente de nuestra compu y decir un «qué lindo!» e inmediatamente pegar media vuelta; que acudir a la primera llamada, sentarnos con ellos, examinar la obra o la construcción, hacer preguntas, dar nuestra opinión. Ellos se dan cuenta perfectamente cuando estamos verdaderamente interesados en sus cosas, o cuando lo único que queremos es volver lo más rápido posible a lo que estábamos haciendo. 

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  • Estar dispuestos a regalarles tiempo sin que nos lo pidan: no hay nada más satisfactorio para un niño que, sin que lo pida, mamá o papá estén dispuestos a pasar tiempo con él. Y no estoy diciendo que cada día hay que proponer alguna actividad hiper elaborada de 5 horas, eh?! Puedes acercarte a ellos con un juego de mesa en la mano, o simplemente sentarte en el sitio donde están trabajando y llevar unas frutas cortadas o unas galletas, y compartir un pequeño refrigerio mientras los observas con interés. Se trata de que los chicos no tengan la permanente sensación de que, si no te exigen tiempo juntos, tú no tienes ganas de compartirlo con ellos (no te confundas: estar bajo el mismo techo o en la misma habitación no necesariamente significa compartir tiempo juntos).

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  • Vivir el día a día con curiosidad e interés en aprender cosas nuevas todo el tiempo. Definitivamente,los chicos aprenden mucho con nuestro ejemplo (a veces, más de lo que quisiéramos). Tantas veces pasa que nos quejamos de que nuestros hijos son apáticos, pasivos o no propositivos, y resulta que son nuestro vivo reflejo. Lo mejor que podemos hacer por nuestro chicos (y por nosotros) es trabajar para despertar nuestra curiosidad de niño y volver a tener ganas de aprender cosas nuevas que nos interesan. Por ejemplo yo puedo notar la alegría y entusiasmo de mis hijas cuando me peleo con ellas para ser la primera en ver una araña en el microscopio, cuando describo con asombro lo que estoy viendo y las escucho con el mismo asombro, cuando busco con ellas info en los libros que nos hablen más de esa araña. Te aseguro que la curiosidad y el interés de aprender son extremadamente contagiosos =)

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En resumen: puedes preparar los ambientes más preciosos, gastarte miles de pesos en materiales y recursos padrísimos, sacrificar espacios de tu casa para montar estos ambientes de aprendizaje. Pero si deseas que realmente funcione, debes desarrollar una buena actitud.

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¿Deseas comenzar a trabajar para mejorar tu actitud? Ponte metas alcanzables y lógralas. Puedes llevar un diario y al terminar el día anotar tus avances, qué situaciones te trabaron, cuáles son tus propósitos para el siguiente día. 

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Puedes lograrlo, estoy segura de ello. Y los resultados serán maravillosos.

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¡Hasta la próxima!