Cuando uno es acompañante en el aprendizaje de los hijos, a veces da como ansiedad….

… como cuando sembramos semillas, y en ese tiempo que transcurre hasta que asoman los primeros brotes vemos la probabilidad de éxito como incierta… desenterraríamos la semilla una y otra vez para ver si ya ha echado raíces…

Ese período, desde la siembra hasta la aparición del brote es el más difícil. Es confiar en que pusimos la tierra correcta, en que le dimos el agua necesaria y colocamos la maceta en un lugar idóneo, lleno de aire y sol.

Me gusta pensar en las nenas como dos preciosas semillas. Lo más emocionante es que son dos especies únicas, por lo tanto será una sorpresa la forma y textura de sus hojas, la disposición de los tallos, el tamaño, color y perfume de sus flores…

De nada sirve que yo quiera que la flor sea amarilla, o roja sangre, o blanca, y arranque cualquier pimpollo que no parezca de los colores que yo quiero….

… de nada sirve que porque quiero a mis plantitas de verde muy claro las meta en una caja obscura para que la falta de sol aclare su pigmento…

… de nada sirve que quiera árboles frutales y les ponga un palo al lado para que crezcan derechas y estiradas, y exija a base de gritos y castigos que quiero ver manzanas colgando de sus ramas….

… porque ellas serán lo que deban ser. Y cualquier alteración de su naturaleza, sólo les causaría mutilaciones, dolor, debilidad, muerte.

Y respetando la ley natural, no me queda más que hacerme a un lado, proveer de tierra, agua, aire y sol, y estar cerca, muy cerca, para disfrutar del lento y milagroso crecimiento de estas especies únicas en todo el mundo…

… y verlas florecer.

 

Laura Castellaro.-