Aquí vengo a escribir otra entrada para mi querido blog. Tal vez me quede un rato por aquí, o tal vez sea sólo por hoy… ¡quién sabe! Lo importante para mí es escribir cuando realmente tengo algo para decir, o un flashazo de lucidez, o cuando logro atrapar alguna idea que perseguía hace tiempo…

Si eres alguien cercano a mí, ya sea física o virtualmente, sabrás que ando bastante alejada de los grupos virtuales de todo lo relacionado al homeschooling. La verdad es que me sentía (y aún me siento) muy saturada de opiniones, de información y de juicios, por lo que decidí hacer un poco de silencio yo misma y silenciar el mundo a mi alrededor.

Hoy en día estoy disfrutando mucho con mis hijas en sus nuevas etapas (¡están tan grandes y hermosas!) y también aproveché el silencio generado para hacer un profundo trabajo de revisión de conceptos, enfoques, modalidades, pedagogías.

Uno de los temas sobre el que he pensado mucho es acerca de la eterna pregunta que tantas veces he leído y que tantas veces han formulado en el grupo de difusión que administraba:

«Quiero hacer homeschooling, ¿cuál es el camino a seguir?«

No, no creas que este post es para dar respuesta a esta pregunta. Mi objetivo hoy es reformular la pregunta desde otra perspectiva. En lo personal, hacerlo me ha ayudado muchísimo a la hora de trazar un camino, de definirme, de atreverme a tomar decisiones relativas a mis propias hijas sin importarme un pepino lo que los demás hagan o piensen de mí o de la educación sin escuela en general. Aquí voy…

 

¿Por qué a las madres (y a algunos padres) les interesa tanto leer a más y más gente HS acerca de qué camino eligió para sus hijos? ¿Por qué preguntan tanto en los grupos virtuales de HS qué hacer, cómo empezar, qué modalidad seguir, qué currículum comprar?

Fácil. A madres y padres les interesa leer cómo lo hacen los demás porque quieren tener éxito en su empresa. Necesitan desesperadamente asegurarse lo más posible de que no fracasarán, que no harán daño a sus hijos con su decisión de no escolarizar, que están siendo buenos y responsables padres.

Cuando estos padres preguntan en los grupos qué hacer, es para que otros que ya están educando en familia les marquen una pauta que les permita no equivocarse.

 

Todo es cuestión de objetivos y visión

Algo que me resulta sumamente curioso, es que cuando un papá o mamá hace este tipo de preguntas en los grupos, generalmente recibe un gran número de respuestas, con todo tipo de consejos, con «lo que se debe de hacer», con mensajes de relajación y dejar fluir, tips, listas de currículums y cosas por el estilo.

Lo que yo no he leído JAMÁS en ningún grupo es que algún miembro, antes de emitir opinión alguna, haya realizado las preguntas mágicas:

¿Por qué vas a hacer homeschooling?

¿Cuál es tu objetivo final, qué quieres lograr?

¿Cómo describes el tener éxito en esta aventura del aprendizaje en familia?

¿Cómo imaginas a tu hijo/hija a los 21 años, qué cualidades/conocimientos/herramientas te gustaría que tuviera?

En conclusión: TODA TU VIDA SIN ESCUELA va a girar en torno a los objetivos que TÚ tengas para tus hijos, a tu visión de lo que es el éxito, a tus motivos para querer alcanzar esos objetivos y el éxito a través del camino del homeschooling. Por lo tanto, nadie jamás podrá darte un consejo que te sirva, si :

– No conoce a dónde quieres llegar y cómo quieres llegar.

– Aún sabiendo lo primero, jamás viajó a ese lugar a donde tú quieres llegar.

– Conoce a dónde quieres llegar, viajó a ese lugar donde quiere llegar, pero tiene hijos que no son los tuyos.

Es como si me preguntaras: «quiero viajar, ¿cómo puedo llegar

Y yo te respondiera: «te tomas un avión a Chile, y de ahí no tomes otro avión, mejor toma un autobús que cruza la cordillera, es un poco peligroso pero los paisajes son increíbles, cruzas por el centro de Argentina y llegas a Buenos Aires, donde comes una carne deliciosa y paseas por la Boca, ¡y te enseñan a bailar tango y todo!

Suena fabuloso, pero resulta que en ningún momento me dijiste a dónde querías viajar. Y resulta que no querías cruzar la cordillera porque te aterran los caminos con acantilados, te molesta viajar tanto tiempo en bus, eres vegana/o y no comes carne, y el baile definitivamente no es lo tuyo. En realidad ni siquiera querías ir a Argentina, sólo querías pasar una temporada en Madrid, pero jamás lo dijiste. Es más, tal vez ni siquiera sabías a dónde querías ir, sólo sabías que querías viajar.

El éxito o fracaso en nuestra aventura homeschooler es absolutamente subjetivo

Es algo tan básico, y sencillamente ¡nos cuesta tanto darnos cuenta!

* Para el padre/madre A, el objetivo con su hijo HS de 15 años era prepararlo académicamente para ingresar a una prepa de alto rendimiento en USA, el puente perfecto para Harvard.

* Para el padre/madre B, el objetivo con sus hijos de 12 y 9 años era viajar y conocer la mayor cantidad de países, comunidades, costumbres y paisajes. El de 12 años apenas aprendió a leer y a escribir hace 2 años, al de 9 aún no le interesa. El  padre/madre cree que esto llegará a su tiempo, que no es lo importante para ser felices.

* Para el padre/madre C, el objetivo con su pequeña de 10 años es la educación emocional. Se ha enfocado en esto, y está feliz y maravillado con los resultados obtenidos. Académicamente, destinan media hora diaria a la escritura y otra media hora a las mates, 3 veces por semana.

* Para el padre/madre D, el objetivo con sus adolescentes de 15 y 17 años es que se involucren en su comunidad, que hagan obras, que ayuden, que organicen grupos de apoyo, que den cursos y talleres para niños de bajos recursos. Por ahora la educación formal ha quedado a un lado, ese padre/madre está convencido de que la conciencia social es el centro de cualquier educación con propósito. Sus hijos bien pueden terminar su educación formal después, o aprender un oficio. Todo es válido, mientras ellos sean felices y ayuden al entorno.

* Para el padre/madre E, el objetivo es que su hija de 11 años aprenda según su propio interés y vaya indagando qué cosas le apasionan. No le interesa qué tanto sepa, ni de qué áreas, todo se vale mientras parta del propio interés de su hija. No le preocupa en lo más mínimo ni acreditar estudios, ni ofrecer algún tipo de estudio formal. Está convencida que la felicidad y el éxito pasan por hacer lo que a uno le apasiona.

Podría seguir dando ejemplos, pero creo que estos bastan para invitarte a pensar en las preguntas que yo misma me hice en su momento:

a) ¿Qué crees que pasaría si el padre/madre A aconseja al padre/madre E?

b) ¿Te diste cuenta que el éxito del padre/madre A podría ser considerado como un ejemplo de represión y excesiva presión para el padre C o E?

c) ¿Crees que alguno de los padres/madres de los ejemplos están equivocados en su visión y trazo de objetivos? ¿Por qué piensas eso?

d) ¿Te diste cuenta que el éxito del padre B, representaría un verdadero fracaso para el padre A?

e) ¿Te choca, en el fondo, el objetivo del padre/madre A? ¿Se te ocurrió pensar que tal vez el objetivo del padre/madre se debe al deseo desbordante de su hijo de estudiar ingeniería en Harvard? ¿O lo primero que se te pasó por la mente era que estaba reprimiendo al hijo, obligándolo a estudiar horas y horas en vez de «dejarlo ser»?

f) ¿Crees que el padre/madre D está imponiendo su visión de la vida a sus hijos? ¿Conoces a algún padre o madre que eduque con una visión que no sea su propia visión acerca del mundo, de lo importante, de lo que es nocivo, de lo que es beneficioso, de lo que es útil o inútil?

 

Atreverse a tomar el timón

Algo tan profundo como llevar a cabo esta aventura tan intensa, larga y comprometida como lo es la educación en familia, no puede resolverse ni preguntando a gente que ni te conoce, ni tratando de imitar a otros, ni comprándote un pasaje de avión sin saber aún a dónde quieres ir.

Te invito a que apagues el entorno por un rato.

Que mires largamente a tus hijos.

Que te mires. Profunda y honestamente.

Te invito a que te atrevas a tomar el timón, y a definir un rumbo. Pese a quien le pese.

Tal vez empieces el viaje en barco, y luego te seduzca seguir el viaje en tren, o en avión, ¡o en globo! O tal vez se te antoje hacer una larga caminata, a la luz de la luna.

Tal vez a mitad de camino te des cuenta que en realidad el destino elegido ya no te convence tanto, y eliges otro, ¡justo en el extremo opuesto! Y se vale, claro que se vale. Y no te importa, porque disfrutas al máximo tu camino.

Tal vez quieras trazar un rumbo recto, o dar mil vueltas antes de llegar a destino… ¿quién sabe cómo será tu travesía?

Lo importante es que jamás pierdas de vista tu destino final, aquello por lo que tomas el timón cada día, llueva, truene o nieve. 

Nadie tiene que «aprobar» el destino que elegiste, los medios de locomoción que utilizas, ni lo quieras tardarte en llegar. Nadie tiene la verdad, o la llave del éxito en la educación de los hijos de los demás. No tengas miedo. Sé tú mismo, auténtico, decidido, sin vacilaciones. No te avergüences si lo que quieres para tus hijos es diferente de lo que han elegido los demás padres. 

La onda es ser honestos con nosotros mismos y atrevernos a transitar el camino sin escuela como mejor nos parece, entendiendo que todo camino y todo destino es válido si está impregnado de coherencia, conciencia, alegría y amor. No hay más.