En la mayoría de las familias homeschoolers, el padre es el proveedor y es quien sale a trabajar, ausentándose de la casa muchas horas al día. Entonces es la madre la que dice encargarse de la educación de sus hijos.

Pero… ¿es esto realmente cierto? ¿o las mamás creemos que educar en casa se limita a nuestro puntilloso trabajo de aprendizaje académico? ¿o tal vez no estamos considerando que hay más de una manera de ofrecer espacios de enseñanza-aprendizaje?

 

Hay algo que sí es definitivo: los papás no funcionan igual a las mamás. Pero esto no significa que no estén aportando lo suyo.

Para hablar del papel que ocupa un papá en la vida homeschooler de sus hijos, primero hay que hablar de las características propias del padre, que lo diferencian de la madre. En un artículo que publicó la fundación Chile Unido encontré esta información:

«Numerosos estudios avalan la idea de que hombres y mujeres tienen capacidades parentales similares, pero también hay mucha evidencia sobre las diferencias, que radican principalmente en la forma de ejercer dichas capacidades.

Algunas de las diferencias más significativas entre la madre y el padre radican en la forma de jugar, siendo el padre más explorador, ayudando al hijo en la formación de su confianza en sí mismo.

El padre apoya las conductas del hijo que buscan novedad y lo ayuda a tolerar frustraciones cuando intenta algo nuevo.

La madre, en cambio, suele aferrarse a los esquemas más convencionales. (…)»

 

Sergio Sinay, escritor y periodista argentino, echa luz sobre el tema:

«El papá no está menos capacitado que la mamá para la crianza efectiva y cotidiana de los hijos. Ambos tienen capacidades distintas, complementarias e irremplazables. El papá tiene una relación más física con sus hijos y la mamá un vínculo más emotivo. (…)

Los tradicionales y rígidos estereotipos de género (que aún nos influyen a pesar de los cambios) limitaron durante generaciones a los hombres a la producción y provisión y a las mujeres a la nutrición y la crianza. Un buen papá es, en esta visión, el que asegura el bienestar material de su hijo y de su mujer y no interfiere en la relación entre ellos.(…)

Un papá no es una mamá y una mamá no es un papá. El hijo necesita del contacto con ambos para aprender que cariño, atención, nutrición y guía tienen diferentes modos de expresión según provengan de una mujer o de un varón. Michael Yogman, pediatra y pedagogo, dice: “El padre tiende a jugar más que la madre con el pequeño y sus juegos suelen se más vigorosos, más estimulantes más excitantes”. Los de ella son más acogedores, más sedantes. Así el chico aprende sobre sí mismo, sobre su sexo y sobre el opuesto y se educa para convivir en la diversidad. Cuando un papá viste al hijo no lo viste mal. Lo hace diferente de la madre. Cuando lo arroja al aire y lo baraja, no lo pone en peligro porque él sí puede recibirlo en sus brazos con seguridad (a la mamá probablemente se le caería, por eso ella juega distinto). Y cuando sale con ellos y vuelven sucios, es porque con el papá juegan distinto, a juegos más activos y exploran el mundo de otra manera. Son diferencias. No se trata de papá o mamá, sino de papá y mamá ofreciendo dos accesos distintos e integrados a la vida en la sociedad y al vínculo con los demás

En conclusión, papá y mamá se complementan, aportando cada uno cosas muy valiosas. Ninguna es más importante que otra, porque todas son necesarias para una crianza equilibrada.