El Principito le dijo a un grupo de rosas:

«Son realmente bellas, pero están vacías. No se puede morir por ustedes. Sin duda un trauseúnte común creerá que mi rosa se parece a ustedes.
Pero ella sola es para mí más importante que todas ustedes juntas, ya que ella es la rosa a quien yo he regado. Y la he puesto bajo un globo, y le di abrigo con un biombo. Y también la libré de las orugas, y sólo deje a aquellas que se convirtieron en mariposas.
Es ella la rosa a quien oí quejarse, vanagloriarse, callarse.

Porque al fin de todo, ella es mi rosa.»

(El Principito – Antoine de Saint-Exupéry)
¿Recuerdan cuando sembramos unas semillas que

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el abuelo Juan les había regalado a las nenas? Entre ellas había dos semillas de girasol. Ni una ni diez. Sólo dos, una para cada nieta.

Las nenas las regaban todos los días, y vieron cómo iban creciendo.
lloraron cuando un día se olvidaron de regarlas y las plantitas se tumbaron, y ellas pensaron que estaban muertas.
A partir de ese día, ya no se olvidaron de regarlas.
Cuando ya la huevera les quedaba chica, las transplantaron al jardín.
Los primeros días estaban comidas por quien sabe qué bicho, y ellas se ocupaban de quitárselos.
Siguieron creciendo, con sus cuidados, hasta que una mañana descubrieron que tenían pimpollos!!
Y esperaron más días, hasta que por fin abrió la primera, la flor de Gaia. Fue una fiesta!! Saltaban y bailaban al lado de la flor.
A la semana abrió la flor de Zyani, y contrariamente a su nombre, la flor se quedó mirando la pared toooodo el tiempo… jamás giró a buscar el sol!! una paradoja para mis hijas…
En estos días las flores se han marchitado, y están esperando ansiosas que semillen, para iniciar nuevamente el ciclo.

Dos girasoles sencillos, que se encuentran por todos lados. Dos plantas que no llamarían mucho la atención para muchos. Pero lo que éstas tienen de especial para mis hijas, es que son SUS girasoles.

«Lo esencial es invisible a los ojos»